El director argentino presentó "Hermia & Helena", una película dedicada a las mujeres en la obra de William Shakespeare, un escritor que lo "atrapó" y por el que sintió un "atractivo magnético".
El director argentino Matías Piñeiro resaltó su forma “alternativa” de hacer cine porque “con todas las películas que hay, es un deber encontrarle una vuelta de tuerca a cómo contarlas”, luego de la presentación de “Hermia & Helena” en la competencia argentina del Festival de Cine de Mar del Plata.
El autor de “Viola” y “La princesa de Francia”, afirmó en diálogo con Télam que no se siente “tan talentoso como para escribir el guión de un tirón”, en lo que es una marcada diferencia con sus colegas.
Este hecho produjo que sus siete cintas hayan sido producidas al margen del INCAA, algo poco frecuente en el ambiente local, porque las condiciones que impone el instituto no se adaptan a la forma en la que Piñeiro lleva adelante sus proyectos.
“Hermia & Helena” es la cuarta entrega del director radicado en Nueva York dedicada a las mujeres en la obra de William Shakespeare, un escritor que lo “atrapó” y por el que sintió un “atractivo magnético”, a pesar de que el teatro no fue parte de su formación”.
“Me siento muy lejos de la mayoría de las adaptaciones de Shakespeare. A mí, las ideas y las tramas en sus textos me llamaron poderosamente la atención. Hay mucha cercanía entre Shakespeare y la comedia estadounidense”, indicó el realizador.
En esta película, Piñeiro echa mano al cambio de protagonistas en medio del filme y, además, juega de manera inteligente con el ida y vuelta entre Nueva York, a donde se traslada uno de la protagonista (Agustina Muñoz), y Buenos Aires, ciudad en la que quedaron los amigos y el novio.
Para el realizador, esta nueva cinta fue “realizada de forma precaria”, lo cual, a diferencia de las luces de Hollywood, es algo que particulamente le atrajo para llevarlo adelante.
La trama de “Hermia & Helena” muestra las mentiras y los sentimientos encontrados de Camila (Muñoz) en ese viaje y su relación con los hombres, en varias escalas, que tampoco son muy claras para ella misma.
No se trata de un drama amoroso, sino, por el contrario, de cómo una joven intenta encontrar su destino, mientras que el mundo, muy a su pesar, sigue girando sobre su órbita, con secretos que no ocultan mucho y rasgos evidentes que sí guardan su misterio.
La película, que tuvo su estreno mundial en el festival de Locarno, será proyectada en Buenos Aires, aunque por el momento no hay fecha determinada por Piñeiro quiere estar presente, algo que depende de su trabajo en Estados Unidos.
“Me resulta muy importante ir a un lugar a ver películas que me estimulan -comentó el realizador-, y eso pasa en Locarno y también en Mar del Plata. Lo genial sería que un festival sea el primer arribo de muchas películas y que después encuentren salas. Público hay”.
– En esta película creas una relación de enfrentamiento entre Nueva York y Buenos Aires.
– En cuento al verano contra el invierno es algo que no había pensado, pero cuando vi que se iba a dando, lo aproveché. Estructuralmente, siempre quise que haya un vaivén entre Nueva York y Buenos Aires, y que no haya mucha conexión diaria.
– En un punto, dejaste que fluya.
– Yo no pienso en términos del guión perfecto porque permito y quiero que todo se mueva de forma espontánea. Sí estaba la idea de que haya un espacio que otro lo ocupara, entre los personajes. Esa idea de postas la tengo muy presente y es algo que me gusta del cine que me gusta.
– No es una forma tradicional para trabajar.
– Las tuercas se van acomodando, y así me gusta que suceda. No me gusta filmar todo de una, me siento cómodo filmando y escribiendo a la vez. No me creo tan talentoso como para pensar el guión completo. Tengo ideas claras, pero está la idea de la escritura que tiene en cuenta el montaje.
– Además de la contraposición Buenos Aires-Nueva York, también hay una contracara en los personajes.
– Quería una película de dúos. Nadie es Hermia y Helena, pero son todos a la vez. Siempre es ella (Camila/Agustina Muñoz) con alguien, otro con quien hablar. A veces es claro y otras no. En esta pelicula quise trabajar el dúo, que no sólo es masculino, sino también femenino. Eso no lo trabajé antes y lo quise aplicar en esta.
– ¿Cómo si fuera un desafío?
– Yo siempre cuento historias, pero de maneras alternativas. Hay tanta historia de cine que me resulta tedioso recorrer los mismos caminos. Me planteo desafíos, sino sería muy aburrido repetir lo que uno sabe o donde uno se siente cómodo. Eso no quiere decir que filme de formas de las que no tengo ni idea, pero tampoco quiero hacerlo desde la botas de otro.
– Hablabas sobre tu incompatiblidad para trabajar con el INCAA. ¿Eso puede ser un desafío también?
– Los desafíos los pienso desde la puesta en escena. Cómo seguir contando historias a través de una cámara y un micrófono. Eso no quiere decir que una historia sea un espacio mostrado por modos ya transitados. Si quiero hacer una comedia, veo 40 western, me resulta más estimulante. En cuanto a lo del Incaa, no sé, quizá en algún momento me pueda adaptar.
– ¿Cómo trabajás estando a 12000 kilómetros?
– Vivo hace cinco años en Nueva York, pero voy y vengo de Buenos Aires. Sigo muy conectado y yo filmo acá. Mi relación de vivir afuera es de año a año. A priori me mudé porque mi novio se fue allá a hacer un doctorado, pero de repente estaba haciendo una beca de dos años. Viviendo fuera del país, me siento como en dos lugares. No siento que pueda decir “me fui a vivir”.
– ¿Cambió en algo tu carrera?
– Yo recibí mucha buena onda con mi trabajo antes de irme. Fui afortunado porque todas fueron proyectadas en festivales o salas importantes. Lo que sí me sucedió es que de repente, en ciertos festivales de afuera, conocí otra gente por estar en Nueva York y ahí se generaron nueva amistades y conexiones, no en el sentido del lobby, sino de la empatía, y eso generó algo nuevo para las películas.
– Con siete largos, ¿creés que te estás ganando un lugar dentro de la filmografía argentina?
– Eso no lo sé, pero sí que yo gano por la prepotencia del trabajo, como decía Roberto Arlt. Hay un contexto para producir y siempre buscamos mejorarlo. Esto responde a una inquietud que creo que se nota. Hay un reconocimiento de lo realizado y considero que siempre tuve buena suerte.